Mis compañeras ya han hablado de lo alarmante de las estadísticas, de cómo afecta al género masculino y femenino y de la importancia de los estudios de prevalencia para conseguir un mejor diagnostico, y para poder actuar desde la atención primaria en las fases más tempranas del trastorno.
Yo quisiera puntuar que aunque las estadísticas son malas veo que desde que empecé a trabajar como docente hasta ahora ( casi unos veinte años, la consciencia del problema ha hecho que se invierta dinero en estudios de prevalencia, que profesionales como nosotras empecemos a formarnos más y mejor y que como consecuencia niños a los que no se llegaban ahora se pueda llegar. Sé que todavía queda mucho camino, en especial en países en vías de desarrollo como hemos podido ver en los artículos, pero creo que estamos en proceso de considerar al niño como un ser y no como una posesión de los padres y eso nos ayuda a verlos desde un ángulo más independiente y de concederles los derechos y cuidados que se merece.
Es cierto que como profesora creo que en la educación es donde queda un camino más largo. Los psicólogos y los sanitarios tienen más información sobre cómo deben ayudar a los padres y a los niños, pero desde educación no hay tanta formación para profesores o no se hace tanto hincapié en la salud mental del niño y eso creo que es algo que tiene que cambiar. La educación no son solo datos, los profesores debemos aprender que nuestro trabajo es educar al individuo en conocimiento y en valores. Nuestra obligación es ayudar a crear que todos los individuos sean ciudadanos capaces de desarrollarse plenamente en nuestra sociedades y es más importante formar niños felices que niños con conocimientos.