Los casos de TDAH abarcan todo el espectro del desarrollo intelectual, sin excluir a los niños con altas capacidades (1) o bien niños con capacidad de inteligencia límite (CIL). En un estudio de Artigas-Pallarés (2) encontraron que elTDAH fue el trastorno detectado con mayor frecuencia (59%) en un grupo de 87 pacientes diagnosticados de CIL, cifra que supera ampliamente la prevalencia del TDAH en la población general. 

La importancia también recae en que se ha demostrado que existe una relación entre los genes implicados en la capacidad intelectual, la memoria de trabajo y TDAH. Se ha identificado que los siguientes genes están vinculados a la inteligencia: el BDNF (brain-derived neurotrophic factor) (3) y el COMT (catechol-O-methyl transferase) (4), ambos relacionados con la memoria de trabajo, y el DRD4 dopamine receptor y el MAOA monoamine oxidase A, genes involucrados en el TDAH (5).

Aunque a día de hoy no hay un consenso claro entre los expertos, existe la hipótesis que ciertas dimensiones de las pruebas de inteligencia podrían orientar hacia un diagnóstico de TDAH, como sería el factor de independencia a la distracción (FID) derivado mediante el análisis factorial del WISC-R.(6). El FID valora la habilidad para no distraerse, atender y concentrase, por lo que nos daría información relacionada con conceptos neuropsicológicos importantes asociados al TDAH, como afectación en la memoria de trabajo y disfunción ejecutiva (7).

La evaluación de las capacidades intelectuales colabora en el conocimiento de dimensiones neuropsicológicas que representan aspectos fuertes y débiles en el niño analizado, con implicaciones potenciales en las intervenciones clínicas y educativas posteriores. También nos podría lanzar luz ante la duda si los problemas de atención constituyen una consecuencia derivada de la propia inteligencia límite, o si la influencia ocurre en sentido inverso; que el déficit de atención y las disfunciones ejecutivas hicieran disminuir el potencial cognitivo. Existe un grupo de pacientes diagnosticados de CIL que podrían tener en realidad trastornos potencialmente tratables.

Bibliografía:

1. Leroux et al. Roeper Review 2000; 22: 171-7


2. J. Artigas-Pallarés et al. [REV NEUROL 2007; 44 (Supl 2): S67-9

3. Egan et al. Cell 2003; 112: 257-69 

4. Blasi et al. J Neurosci 2005; 25: 5038-45 

5. Fan et al. Proc Natl Acad Sci U S A 2003; 10: 7406-11

6. López Villalobos et al. REV NEUROL 2007; 44: 589-95 

7. Barkley RA. Attention deficit hyperactivity disorder. A handbook for diagnosis and treatment. New York: Guilford Press; 2006