La situación que les expondré a continuación, se suele dar en ocasiones en la práctica clínica. Acude a consulta una familia, los progenitores relatan que su hijo o hija presenta problemas de conducta en casa, les contesta de forma inadecuada, en ocasiones les llega a gritar. A su vez, también presenta agresividad tanto en casa como en la escuela, acompañada de un bajo rendimiento académico. Pasan los meses, y realizas sesiones semanales con este niño o niña, y a la que los padres observan que el comportamiento en casa y el rendimiento académico mejoran deciden dejar de acudir a consulta. 

Esta situación representa para mi lleva consigo una elevada emotividad ya que se crea un vinculo entre paciente y terapeuta, que se interrumpe no por una mejoría en todos los ámbitos del niño o niña, o por decisión del terapeuta, sino por una decisión unilateral de los progenitores, que en ocasiones puede ser errónea o precipitada, ya que no están teniendo en cuenta aspectos personales o emocionales del niño o niña, simplemente como la sintomatología más acentuada a disminuido consideran que ya está bien.

Cuando sucede esto, se puede llegar a sentir rabia y frustración, ya que no son conscientes de que puede haber más cosas a trabajar. A nivel verbal, reaccionaria hablando con ellos y exponiéndole algo similar a lo descrito hasta el momento. Y para finalizar, a nivel fisiológico y a nivel motor, en una situación como esta, serían unas respuestas controladas, ya que estamos hablando de un ámbito profesional, aun así, si que podría generar tensión interna, un momento de incomodidad...