Tal y como hemos visto, la afectación en las funciones ejecutivas del alumnado con TDAH, no solamente afecta en sus quehaceres escolares y en su aprendizaje, sino que también en su día a día, en el desarrollo y aprendizaje de los hábitos de autonomía que se espera que un niño/a desarrolle de manera progresiva y adecuada a su edad.   

Hay que diferenciar una afectación de una incapacidad, es decir, en algunos casos, familiares y profesores cometen el error de considerar que el niño/a necesita una ayuda intensa en sus hábitos de autonomía, haciéndolo todo por el/ella, y en vez de estimular su desarrollo en estos hábitos tan comunes, dificultan su aprendizaje. Es por eso que considero que aunque necesiten una ayuda mayor en su infancia, en comparación a sus iguales, esta ayuda debe propiciar siempre el desarrollo de su autonomía, ayudando al niño/a que poco a poco vaya realizando estas tareas por si solo, disminuyendo la ayuda progresivamente en función del aumento de la autonomía. No obstante, para esto hace falta tiempo y paciencia, tanto de ellos/ellas como nuestra, además de tener unos objetivos muy claros y realistas, los cuales varían en función del alumno/a, pudiendo dar así una ayuda ajustada y personalizada.