Vamos a imaginar que tenemos que tomar un avión para viajar de un lugar a otro. Puede darse por varias casuísticas, ya sea por trabajo, visitas familiares o a amigos, irse de vacaciones, etc. Sin embargo, considero que esta situación siempre conlleva una elevada emotividad, en muchos casos antes, durante y después.
Ahora nos vamos a centrar en la respuesta de nuestro organismo en el momento del vuelo:
La respuesta verbal, sería: "espero que vaya bien el viaje". La respuesta motora podría ser colocarse en una postura relajada y recurrir a recursos que puedan hacerle más llevadero el trayecto: ponerse música, ver una serie, ponerse un antifaz y tapones para dormir, etc. La respuesta a nivel fisiológico podría ser - dependiendo del grado de aversión - aceleración en la respiración o en el ritmo cardíaco, sudoración, tensión muscular, dolor estomacal, etc. La respuesta emocional puede manifestar inquietud, nerviosismo e incluso el miedo. Y por último, la respuesta cognitiva incluye un gran abanico de pensamientos, tales como: "podríamos estrellarnos", "espero no haberme dejado nada imprescindible", "me van a perder las maletas que he facturado", "habrán turbulencias", y un largo etcétera.