Llevar a cabo una evaluación cognitiva del paciente con posible TDAH nos ayudará a conocer sus fortalezas y debilidades. Además, cuando llevemos a cabo la evaluación con el paciente podremos observar su estilo de trabajo y de respuesta.
Si utilizamos por ejemplo el WISC-V par avaluar la capacidad intelectual de un niño/a o adolescente dispondremos de indicadores de la memoria de trabajo y la velocidad de procesamiento. Estos indicadores pueden ser de interés para complementar la información que dispongamos para confirmar (o no) un diagnóstico de TDAH.
Si una vez realizada la entrevista, cuestionarios y pruebas cognitivas se concluye que el paciente tiene un TDAH puede ser de mucha utilizad cuando proporcionemos la devolución dar a conocer al paciente no solo aquellos aspectos que le resultan difíciles (ej. sintomatología del TDAH) sino aportar como aspecto positivo las fortalezas detectadas a lo largo de la evaluación.
Como hemos aprendido a lo largo de las unidades de esta quincena, el perfil de las personas con TDAH puede ser muy heterogéneo. La combinación de los resultados de la evaluación cognitiva, las entrevistas y los cuestionarios nos permitirán orientar el trabajo que debe hacerse con ese estudiante en función de su perfil. Por ejemplo, imaginemos un estudiante con muy buenas habilidades intelectuales, pero con dificultades a nivel de planificación. En ese caso la intervención irá dirigida a ayudarle a tener estrategias de planificación, incorporar el uso de auto instrucciones, etc. En cambio, si tenemos un paciente con TDAH y un trastorno del aprendizaje comórbido. Deberemos abordar la sintomatología del TDAH así como la dificultad en el aprendizaje.