Los castigos y gritos, un estilo educativo autoritario y/o negligente pueden actuar como reforzadores negativos hacia el niño por lo que aumentan las conductas desafiantes. Estos intercambios interpersonales negativos refuerzan y retroalimenta, a su vez, el patrón agresivo del niño y de los padres. A menudo es imposible determinar si fue el comportamiento del niño el que llevó a los padres a comportarse de un modo más hostil hacia el hijo, si la hostilidad de los padres condujo a los problemas de conducta del hijo o si hubo una combinación de ambos.
Entiendo que las factores etiológicos no determinarán el diagnóstico pero sí nos permitirá establecer las bases para la intervención.
Gracias
Susana