Tras el estudio realizado sobre el tema que nos ocupa, puedo concluir, que la buena salud mental durante la infancia es fundamental para un desarrollo óptimo y completo del individuo, manifestando durante etapas progresivas capacidades óptimas para lograr controlar las emociones, seleccionar alternativas adecuadas, encaminarse hacia entornos sociales y redes sociales productivas y favorables, así como, desarrollar la resiliencia ante adversidades o situaciones complicadas.
Generalmente, las enfermedades mentales no se desarrollan por sí solas, sino que se originan por eventos o cambios traumáticos en la vida de los sujetos, por ellos es de vital importancia tener muy presentes los momentos críticos del desarrollo. Genética y ambiente se retroalimentan y la buena combinación de ambas son fundamentales para una salud mental óptima. En la actualidad, los trastornos alimentarios, la violencia escolar, el suicidio infanto-juvenil, el aislamiento social y la depresión constituyen un entramado de problemas sociales emergentes que afectan y afectarán gravemente a las generaciones actuales y futuras. Son fruto de adolescentes inseguros, carentes de metas o expectativas de futuro, así como, de inquietudes positivas que cubran sus necesidades básicas.
La combinación de los distintos contextos que contribuyen al desarrollo integral del individuo, es decir, sociedad, familia y escuela, deberían comenzar a trabajar en los grandes retos a los que actualmente nos enfrentamos, promoviendo la convivencia familiar, el aprendizaje del respeto, retomar la línea clara entre límites y libertades, adecuar la selección de amistades, detallar y esclarecer lo positivo de tener un descanso y actividad física adecuadas y el uso responsable y constructivo de la nuevas tecnologías. Deberíamos plantearnos, por qué motivo, todo el mundo parece saberse la teoría a la perfección y no es capaz de llevarla a la práctica. ¿Puede ser que nuestro cerebro esté buscando nuevas formas de adaptación?¿Puede ser que estemos creando sistemas de protección? Importante el papel que juega la epigenética, ya que nos ayudaría a entender mejor nuestros comportamientos, en que medida nos vienen determinados y si son modificables. Es casi 95% seguro, que nuestros adolescentes nos estén realizando señales de auxilio y no estemos interpretándolas, porque estamos sumidos en un pozo de egoismo, donde lo más importante es Yo. Vuelta al egocentrismos social e individual.