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Supervisión y control: ¿dónde está el límite?

Re: Supervisión y control: ¿dónde está el límite?

by Laia Salat i Foix -
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Hola Laia,
¡Qué cuestiones tan interesantes que planteas...! y sin duda, qué difícil es responderlas...
Tal y cómo avanzas, la respuesta dependerá tanto de cada realidad familiar como de cada individuo que la compone...
Tal y cómo comentaba en la unidad anterior, una de las funciones de la familia es la de proteger. Es por ello que debemos (y es nuestra responsabilidad parental), hasta “al menos los 18”, estar allí, conocer e interesarnos por lo que hacen y cómo se relacionan.
Actualmente sabemos que las tecnologías suponen otras formas de relación que abren mil ventanas, tanto positivas (posibilidad de conocer gente de culturas y países lejanos...) y negativas (acoso...).
Según mi parecer es imprescindible prevenir, y esto se hará en el momento de entregar un dispositivo a nuestro/a hijo/a. No se trata de “dar el móvil y ya”, conviene siempre establecer las reglas de uso. Será importante determinar cómo se va a utilizar y qué supervisión se realizará estableciendo un pacto que implique lo que se considere oportuno (hay familias que pueden plantear una supervisión semanal, entrando en los chats y comprobando apps, u otras que decidirán que la supervisión será quincenal y únicamente entrando en redes sociales...) y que permita poder disponer (cómo padres) del dispositivo cuando se considere. Cuando los adolescentes saben que estamos allí, probablemente minimicen los comportamientos inadecuados.
En cuanto a los temas académicos, claro está que con la multitud de opciones que se ofrecen actualmente debemos acompañar a nuestros adolescentes a que tomen la mejor decisión según sus características, recorrido e intereses, siempre, “mirándolos” como personas válidas y capaces. Cuando trabajamos con jóvenes con TDAH, dificultades de aprendizaje u otros trastornos del neurodesarrollo es importante empatizar con ellos, hablar mucho y acompañarlos en el desarrollo de su objetivo académico-laboral. La deserción por frustración, por exigencias demasiado altas o por “no sentir que hago lo que quiero” puede tener costes muy elevados que pueden ser caros de subsanar. Actuar según estas premisas será actuar responsablemente.
Los padres y madres debemos ( y queremos) saber de una forma genuina, sincera y empática sobre las vidas de nuestros hijos/as, igual que hemos sabido (y estado) durante su infancia; porque nos interesa, nos importa y nos implica...A partir de aquí, cada familia debe analizar cómo y porqué establece esta relación...La adolescencia es una oportunidad para adquirir autonomía, crecer e individualizarse, aun así, debe ser acompañada.
En cuanto al último de los aspectos que planteas, pienso que es crucial establecer pactos, los y las jóvenes deben ofrecernos confianza, y si en momentos se ha fallado, es importante que pueda restablecerse con responsabilidad. Podemos establecer plazos de más control parental, y según vayan, actuaremos en consecuencia. Si sabemos plantearlos des del respeto, preocupación y protección, seguro que funciona...
Espero haber encendido alguna luz en tus cuestiones...