Como es sabido, la pandemia tuvo un efecto drástico en la salud mental de las personas porque nos tomó por sorpresa ya que nadie se imaginaba ni su magnitud y menos todavía su duración. Conforme se fue desarrollando, su impacto fue devastador para la salud mental de todos, especialmente los niños y adolescentes por que hubo un bloqueo de sus interacciones sociales, dejaron sus escuelas, dejaron de visitar sus familias extendidas, hubo inseguridad financiera, muertes, hospitalizaciones que los desestabilizaron grandemente.
Conforme se iba desarrollando la pandemia, empezaron a surgir en esta población mencionada, situaciones de depresión, ansiedad, adicciones, problemas de alimentación, lastimaduras autoinflingidas para el desahogo de ansiedad entre otras enfermedades mentales.
En México, el tratamiento de estas enfermedades quedaron marginados por que todo el sistema de salud estaba volcado en la pandemia.
Otra razón por la que éstas quedaron sin resolver, es el profundo desconocimiento que prevalece en la mayoría de la población sobre la salud mental.
Es como si ésta fuera secundaria con respecto a la salud física y por lo tanto, no requiriera tanta atención.
Los padres y las escuelas carecen de información sobre las enfermedades mentales, sus síntomas y tratamientos.
Existen muchas personas enfermas sin haber sido diagnosticadas por un doctor.
Muchas de estas enfermedades traen consigo, aquí en México, mucha estigmatización y también se tiende a esconder todo lo relacionado a ellas. Si hay un enfermo, hay familias que lo esconden por pena.
Falta mucha información, faltan también doctores psiquiatras, hay pocos en comparación con la dimensión de la población mexicana y falta difusión de los problemas de salud mental.
A mí me parece que como falta educación al respecto, se podrían implementar grandes campañas de sensibilización para que de manera sencilla toda la población mexicana supiera qué es la salud mental, su importancia y maneras de promoverla.